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"I am the Resurrection and the Life..."   John 11:25






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No sé de donde vino su idea de ser un chef, tal vez la cena sorpresa que su hermanita Aida y él, nuestro pequeño héroe Leonardo, dieron en honor de sus papás Leonardo y María en el décimo aniversario de matrimonio en su departamento en Washington D.C. Esa noche prepararon un exquisito menú incluyendo un delicioso postre. Ambos propiamente ‘vestidos’ para la ocasión: Aida con una faldita larga muy elegante y delantal y Leonardo con un enorme gorro de chef confecionado por Aida en papel blanco que cada vez que movía su cabecita se le caía tapándole los ojos (lo cual causaba risa en todos los presentes) y sin faltar tampoco su delantal… Esta cena había sido una maravillosa idea de Aida, ella mandó a sus papás a dar una vuelta mientras lo preparaba todo, escribió los menús en una cartulina negra muy elegante y preparó toda la comida con solo sus nueve añitos. La carta constaba de ensalada mixta con vinagreta como entrada, hamburguesas decoradas en forma de caritas de personas, las cuales sólo el momento de freir ayudó su mamá en la cocina; las hamburguesas iban acompañadas de arroz cocinado de antemano con papitas doradas y como postre un delicioso helado y un pedazo de pastel todo esto servido en el comedor formal con velitas y copas para tomar el jugo de naranja. La velada resultó un éxito y fue tan divertido y maravilloso ver a Aida y su pequeño hermanito sirviendo la cena y tratándo de lucir lo más profesionales posible. Una noche inolvidable de amor y ternura sin nombre. Tal vez este fue el inicio del sueño de Leonardo para convertirse en chef. Leonardo en ese entonces era un hermoso niño de cinco años, tenía unos ojos azules de color del cielo, había tanta dulzura en su corazón que era la verdadera imagen de un ángel. Sus padres y su hermanita sabían que Leonardo padecía de una cruel enfermedad y que nunca iba a vivir lo suficiente para cumplir su sueño de convertirse en un chef. Pero aunque sus piernitas eran lentas y no obedecían la prisa y el entusiamo de su dueño, su mente no solo corría sino volaba, pues quien le enseñó a volar con la imaginación fue su ángel guardián, Aida. Ella con sus inocentes juegos hacía que él se remonte en los viajes fantásticos de la inocente imaginación. Ella que ahora después de catorce años de la partida de su hermanito, desea todavía cumplir uno de sus sueños en este pequeño relato: el de ser un chef. Leonardo siempre soñó con que su restaurante fuese de tipo familiar, y de comida italiana, tal vez porque siempre disfrutó mucho de la comida Toscana cuando toda la familia tuvo la alegría de vivir por casi un año en Florencia. El era amante de los tortellinis a la panna y con mucho queso parmesano. ‘¡mama mía!’ era su expresion favorita cuando disfrutaba de este plato y le gustaba la pizza aunque le encantaba quitarle todo el queso y terminaba comiéndose solo la masa! Pues bien vamos a empezar una pequeña fantasía imaginándonos este pequeño chef afrontar un día ‘normal’ en su hermoso y flamante restaurante llamado “Alfredo’s”
Leonardo está muy ajetreado cuidando de cada detalle en las mesas para que todo luzca perfecto!! Con su pantalón negro, zapatitos muy bien lustrados, corbatín, delantal largo blanco y su gran gorro de chef, presenta una distinción y gracia muy acogedora. En su limpísima cocina está ya cocinándose la pasta. Las salsas están hirviendo y espesando a gusto. Las bandejas de ensalada solamante necesitan el último toque con las vinagretas y la diversidad de postres están acomodados en el carrito para llevar a las mesas en el momento final de la cena. Faltan pocos minutos para la inauguración y Leonardo está muy nervioso pero muy feliz, Aida su hermanita ha sido su brazo derecho, haciendo las compras, probando la sazón, cuidando de que todas las recetas estén perfectamente sazonadas y arreglando la decoración de las mesas, nada podía fallar con una ayuda tan valiosa para Leonardo. Y llegó la hora… de un momento a otro esperan que los comensales empiecen a aparecer. El nerviosismo aprieta y Aida sirve a Leonardo un vaso de agua, pues el empieza a transpirar. No hay por qué asustarse, todo está perfecto y están seguros que todo el mundo quedará encantado con la magnífica comida y la hospitalidad.
Pasa media hora, que es un tiempo normal para que la gente empiece a llegar para el almuerzo, pasa una hora y ya deberían haber empezado a llegar los carros, Leonardo está tan impaciente y tiene ganas de llorar, su hermanita le dice que un chef no puede ponerse a llorar pues muy pronto los comensales llegarán y que va a pensar la gente si lo ven llorando.¿ A que hora dice la invitación que es la hora de la inauguración? pregunta Aida a su hermanito. Leonardo abre sus hermoso ojos azules y dice invitaciones???... ¡Oh no, HORROR! con tanta ocupación olvidé de mandarlas!!!!!.. .. Con razón -dice Aida- no hay nadie que aparece!!!!! Que vamos a hacer!!!!... Esta vez si, Leonardo se sienta en una mesa con sus piecitos flotando en el aire pues la silla es muy grande para él y se pone a a llorar desconsoladamente. Aida dice: -ñaño no llore, apague todo en la cocina para que nada se queme y yo voy este momento a llevar las invitaciones, borraré la hora de la inauguración y pondré que es para la noche, es decir abriremos para la cena, tenemos tiempo y creo poder lograr llevar todas las invitaciones a tiempo. Leonardo a pesar de las palabras de su hermanita, se siente totalmente desilusionado y lleno de pesar apaga el fuego en la cocina y se sienta a esperar el regreso de su hermanita.
Pasa mucho tiempo y por fin llega Aida, está muy coloradita y agitada pero en sus hermoso ojos brilla una luz de alegría, -¡Lo logré ñañito! Todas la invitaciones están entregadas. Apenas tenemos tiempo para calentar la comida y esperar por nuestros comensales-. Leonardo alza sus bracitos para abrazar a su hermanita y solo puede decir, gracias, muchas gracias. Llega la hora y la gente empieza a arrivar, todos muy elegantes y con miradas de mucha apreciación ante el lindo decorado del pequeño restaurant cuya compra del local es un regalo de su papá para cumplir el sueño de Leonardo.
Leonardo hace una inclinación de cabeza evitando que se le caiga el gorrito y le tape los ojos y da la bienvenida a la gente. Todos parecen muy a gusto, los platos se sirven con prontitud y elegancia, Aida demuestra sus dotes sociales y exquisitos, complementando cada plato y explicando especialment la fabricación de los postres que son su maestría.
La gente está tan contenta que demora en irse y uno de ellos dice que se alze un poquito la música para poder bailar; Leonardo corre al stereo y alza el volumen de la hermosa tarantela que está sonado y enseguida muchas parejas empiezan a dar vueltas en el centro del restaurante. Leonardo está feliz y no sabe como agradecer a su papá por haber hecho posible su sueño, pero hay una personita muy importante a la que debe el éxito de esta noche y que es la autora de muchas cosas buenas de su vida, su hermanita Aida. El se acerca a ella y le dice, ¿me permite este baile hermosa señorita? y ella muy sonreída, da su mano y empiezan a bailar. El le pide que se agache un poquito para hablarle al oído y le dice muy tiernamente : Gracias Aida, usted salvó mi día, por ésta y por muchas razones usted es y siempre será mi héroe.
El fin de una noche perfecta y la realización de un sueño.


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